Efectivamente, Garfield es de esta raza. De talla mediana a grande y cuerpo robusto, por no decir macizo, presenta una cabeza redonda, de cráneo ancho, nariz corta y ancha y mejillas llenas. Los ojos son grandes, redondos, separados entre sí y de un color claro en marcado en una característica cara plana. Acariciar a este felino es sentir su tacto suave, afelpado, gracias a un pelo corto y denso, de los mismos colores que puede presentar el gato persa.
De hecho, es el pariente más cercano del persa, con el comparte todas las características salvo la longitud del pelo. A pesar de haberse creado artificialmente, se ha dotado a estos animales de un aspecto fabuloso y carácter perfecto para compartir hábitat con los humanos.
Un gato a la carta
El origen del exótico de pelo corto se halla en el cruce de gatos persas con otros de pelo corto americano. La finalidad, conseguida, era crear a un animal con las características del persa, pero que no dejase la casa como una peluquería. El éxito y reconocimiento como raza se dio en Estados Unidos en 1967 y en Europa en 1971.
Se trata de una raza muy tranquila y sociable. Es muy fácil convivir con un animal que facilita la convivencia, sea con sus congéneres, con animales de todo tipo o con el ser humano. Es más, se trata de una mascota que requiere pocos cuidados: apenas un cepillado con un mínimo de frecuencia.
Si hablamos de la salud de esos felinos, hemos de tener en cuenta que han superado en buena medida los problemas genéticos de sus antecesores persas, si bien, de vez en cuando siguen localizándose algunos casos, aislados, de alteraciones oculares, en la mandíbula o en la cara, producidas a consecuencia del acortamiento artificial de sus rasgos.
Por cierto: no, no les gusta especialmente la lasaña.
