Los gatos negros siempre han sufrido una “persecución” particular, y es que la mentalidad de la Edad Media ha llegado hasta nuestros días, atribuyendo al gato negro una leyenda bastante incierta y equivocada. Esta equivocación, lamentablemente ha llegado hasta nuestros días, pues hay gente que aún piensa que los gatos negros traen la mala suerte al que se le cruza.
Esta mentalidad viene dada desde la Edad Media, cuando la gente atribuía la aparición de un gato negro al diablo, al igual que una mujer sangrando también estaba poseída, o alguien con ojos verdes o pelo rojo también era la reencarnación del diablo. Los ojos verdes o amarillos de los gatos negros, que se apreciaban con claridad durante la noche eran símbolo de los ojos del diablo para mucha gente, que veía dos ojos flotando en mitad de la nada y se asustaba, razón por la cual los inocentes gatos han pasado a tener una atribución que no les corresponde.
Esto sucedía sobre todo en Europa, gracias a las afirmaciones de la Iglesia de las atribuciones diabólicas del gato negro, por lo que, junto con “las brujas” en la época de la Inquisición, fueron perseguidos y exterminados, debido a que se les relacionaba con estas mujeres y con los ritos paganos que supuestamente realizaban, por lo que se extendió la creencia de que el gato era demoníaco y la representación de Satanás.
En esta época también se empezó a acusar a las mujeres de transformarse en gatas para seguir con sus ritos. Estos procesos acababan siempre con la muerte de las acusadas pero también con la de los gatos negros, a los que se les juzgaba como si de estas personas se tratasen.