Un día salimos de casa por la mañana para ir al trabajo, a la compra o a llevar a los niños al colegio y, como está lloviendo o el lugar al que nos dirigimos está lejos, decidimos coger nuestro bonito coche para llegar cuanto antes.
Lo sacamos del garaje, lo arrancamos y vamos por las calles de nuestra ciudad tranquilamente hasta que de pronto sentimos un pinchazo. ¿Y ahora que hacemos? Nos echamos hacia un lado para sacarlo de la calle y estorbar lo menos posible, encendemos las luces de emergencia, colocamos nuestros conos para hacernos visibles y ahora a colocar la rueda de repuesto. ¿Rueda de repuesto, y cómo la colocamos? Muy sencillo, con un instrumento que se llama gato.
El gato sirve, según el diccionario, para levantar grandes pesos a poca altura, y es una herramienta muy útil que todos deberíamos llevar en el coche por si nos pasa lo antes mencionado, de esta manera si sabemos como utilizarlo podremos cambiar la rueda nosotros mismos. Si no sabemos utilizar uno podemos pedir ayuda a alguien o llamar a la grúa y que nos lleve al taller de coches más cercano donde también hay gatos.
La diferencia entre el gato de coche y el de los talleres es que el de éstos últimos requiere un mantenimiento y una utilización más especializada, ya que hay que tener en cuenta las condiciones del suelo, el punto concreto para levantar el coche con seguridad y garantizar la estabilidad.
Sea que lo hagamos nosotros mismos, que nos ahorraría tiempo y dinero, o que seamos tan torpes que necesitemos un taller, los gatos no solo son unos buenos animales de compañía, sino también una buena ayuda en caso de tener un pequeño pinchazo cuando estamos de viaje, eso sí, podremos hacerlo si nos acordamos de llevarlo siempre en el maletero del coche.
