¿Así que sueñas con que tu gatito haga trucos, siga órdenes y de la patita como lo haría cualquier perro? Pues la verdad aquí te enfrentas a un punto no tan fácil en cuanto a la crianza de gatitos se refiere, por un principio que ya deben conocer: uno no es dueño del gato, el gato es dueño de uno.
Suena horrible, pero es más agradable de lo que parece, la cosa se trata de que los perros tienden a vivir en manada y buscan caerles bien (normalmente) al líder de la manada, es decir, su dueño; mientras que los gatos tienen un poco más de independencia y sienten que ellos son el centro de atención. No es tan fácil, pero tampoco es imposible, en realidad el proceso se hace mucho más suave y agradable si comienzas entrenando a tu gato cuando es tan sólo un cachorro.
¿Recompensa o castigo?
Por la naturaleza hedonista gatuna, no se recomienda, bajo ningún concepto, reforzar el aprendizaje mediante castigos dolorosos o tortuosos, ya que no sólo generará malestar en el gatito, sino que perderá el respeto y parte del afecto que le tiene a su dueño, por lo que un adiestramiento más sutil y/o positivo debe llevarse a cabo dependiendo si lo que se desea es que adquiera una nueva habilidad u olvide una mala costumbre.
En el primer caso es bastante útil ofrecerle, como recompensa, alguna carnaza o bocado que le agrade lo suficiente cada vez que repite una acción (por ejemplo, darnos la pata) mientras se le repite la orden (así podrá asociar ambos, la orden y la recompensa), y esto debe realizarse durante un tiempo no inferior a una semana, para que no olvide el significado de la orden.
Y en el segundo caso se puede optar por utilizar un rociador de agua cada vez que realice la acción, es una acción que sólo le dará un mensaje claro sin que signifique, necesariamente, algo extremadamente doloroso o negativo, y aprenderá que no debe realizar determinadas acciones (por ejemplo, rasgar las cortinas). Al final no es imposible adiestrarlo correctamente.
