Los gatos eran considerados en la antigua civilización egipcia de las pirámides y de los faraones, como seres casi divinos, una especie de representación de los dioses en la tierra.
La pasión sobre estos pequeños felinos ha llegado hasta nuestros días, siendo muchos los declarados como amantes de los gatos.
Sin duda alguna, el factor determinante para que triunfen tanto entre las personas, es su peculiar carácter. Son los animales domésticos menos dependientes de sus dueños, manteniendo el espíritu salvaje de sus ancestros criados en libertad. Todos sus actos destilan esa fiereza escondida voluntariamente para conseguir que los seres humanos cumplan todos sus deseos. No sería exagerado afirmar que son los auténticos jefes de la casa, ya que consiguen todo aquello que se proponen. Si quieren algo de sus amos, no dudarán en acercarse a ellos para rozarse entre sus piernas o sentarse ronroneando en su regazo hasta alcanzar su objetivo.
Los gatos ofrecen dos caras muy distintas cuando viven en cautividad. Por un lado son esos animales tranquilos que se pueden pasar más de medio día durmiendo sin levantarse más que para comer o para realizar sus necesidades fisiológicas. Pero al mismo tiempo, siguen siendo esos felinos rebeldes que se guían por sus instintos y corren detrás de las moscas y juegan con cualquier cosa inanimada.
Precisamente los juegos de los gatos es una de las imágenes más enternecedoras que se puede contemplar. La inocencia con la que transforman cualquier objeto de casa en una presa para sus juegos de caza, y los movimientos tan simpáticos que hacen con ellos, son dignos de ver. Tener un gato en casa es una experiencia única que nos brinda la oportunidad de disfrutar de un auténtico felino, porque no solo pertenece a esta familia de mamíferos, sino que sus actos son completamente idénticos.
