Los gatos son estrictamente carnívoros, por lo que necesitan más proteínas de origen animal que los perros. Un gato que lleva una vida silvestre y vive de la caza, al comer su presa comería también el contenido intestinal, lo que le proporcionaría suplementos necesarios de vitamina B, ácidos grasos esenciales, fibra, etc. Pero los gatos domésticos no cazan, así que debemos procurarles estos suplementos de otra manera.
Es normal ver a un gato mordisqueando las plantas, pero no lo hacen por un afán destructivo, si no porque su organismo lo necesita. Durante sus largas sesiones de aseo, los gatos ingieren una gran cantidad de pelos que pueden provocar la formación de bolas en su sistema digestivo, llegando a obstruir el tracto intestinal.
Lo ideal es proporcionar a nuestro gato esa hierbas para gatos, que necesita y que podemos encontrar fácilmente en tiendas especializadas. Hay bandejas preparadas de hierbas con semillas (cebada, trigo, avena) y sustrato que sólo necesitan que las reguemos. En unos pocos días estas semillas germinarán y empezarán a crecer rápidamente.
Si no tienes a mano estos productos, puedes conseguir hierbas para gatos de una manera sencillísima: siembra lentejas en una maceta, riégalas, espera y ya está. Lo importante, es que se trate de hierbas frescas y jugosas.
A los gatos les encanta mordisquear las hojas frescas, pero si lo prefieres, puede encontrar todas las propiedades de las plantas en forma de comprimidos.
Las hierbas provocarán que el gato vomite y así expulse esas molestas bolas de pelo, que podrían llegar a hacerle enfermar.
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