El gato abisinio: el mimo por el mimo

Eso de que los gatos son desconfiados, ariscos e interesados no va con la forma de ser del garo abisinio. Es más: los dueños de un gato abisinio pueden dar fe de cuántas veces se ha encarado su mascota con ellos y cuántos de los arañazos que se han llevado se deben aun enfado del minino en comparación con los que se ha llevado jugando.

A pesar del nombre, esta raza no proviene de Etiopía. El nombre de la raza se debe a que la primera vez que se expuso un animal de esta raza, en Inglaterra, se dijo que el animal en concreto se había importado de Abisinia –actual Etiopía-. Aclarado esto, describamos a este eterno cachorro que alegrará al más triste de los humanos con el que comparta espacio.

Un puma en miniatura, un cachorro grande

Físicamente, es como un puma, sólo que de pequeño tamaño: estilizado ágil y musculoso es el paradigma de la elegancia en cuanto se pone a caminar. En cuanto a los estándares de la raza, y salvo que deseemos presentar a nuestro gato  a un concurso, podemos leerlos en cualquier rincón de la Red. Nos interesa mucho más su carácter.

Por lo que respecta a la citada forma de ser, son animales que no acaban de llegar nunca a la plena edad adulta, en tanto en cuanto se niegan a abandonar muchas de las costumbres de los cachorros de cualquier felino. Crecen, pero no abandonan la forma de ser juguetona y –en ocasiones para desgracia del amo, sus cortinas y jarrones- traviesa.

Siempre curioso y dispuesto a jugar –o invitándonos a ello-, el abisinio tiene eternamente la edad de un niño, por mucho que se desarrolle. Un niño elegante, capaz de cazar pequeñas presas, pero que se exhibe y caza por diversión y que se acerca al ser humano con el que convive con una ternura inenarrable.

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