El gato doméstico como actualmente se conoce data de la edad media cuando se quemaba en la hoguera como fiel acompañante de las mujeres dedicadas a las malas artes a la alquimia o a la brujería.
Algunos estudiosos del origen de los félidos señalan la domesticación de estos bellos animales alrededor del año 7.500 a.C. y el 7.000 a.C., trazándolas desde el antiguo Egipto, Siria y Abisinia cuyas las características físicas y antropológicas que le atribuyen varían con cada época y de la misma forma evoluciona a la par con el nombre gato, utilizado antes de aparecer en Atenas, Roma y Galia.
Estudios del origen del gato
Para la determinación del origen del gato (Felis catus) se han realizado estudios complementarios de tipo genético e investigaciones paleontológicas que señalaron el surgimiento del gato hace 3.4 millones de años, otras indagaciones señalaron que el gato doméstico se deslindo del gato salvaje africano (Felis silvestres lybica) hace aproximadamente 130.000 años. Esta separación del gato implica una serie de diversificaciones entre ambas especies en las que cada uno desarrollo las características adaptativas más acordes para el medio en que vivía, entre ellas un esqueleto estructuralmente más flexible, uñas más cortes menos afiladas, dentadura con colmillos más cortos y otras señales que solo a través de los años de interacción con el hombre y la domesticación que éste último ejerció sobre los gatos fueron posible de adquirir a lo largo del tiempo.
Por otra parte, la domesticación dotó de elementos diversos a las diferentes razas de gatos que permite identificarlos por signos particulares que caracterizan a los que existen en cada uno de los cinco continentes. Sin embargo, la migración posterior ha permitido que haya una mezcla de atributos de los gatos originales y en todo el mundo aún se conservan razas puras con pedigree. Los gatos domésticos, son uno de los pocos animales con identidad propia y aún en compañía de los humanos, conservan su independencia y sus instintos aventureros.
